Profesora y estudiante traviesa

La maestra, con una mirada severa pero una sonrisa misteriosa, notó su desobediencia. Quería que ella lo notara y le prestara atención. Y estaba muy emocionada con la idea de involucrarse con su estudiante. Su voz era suave pero autoritaria. Sintió la tensión, la tensión sexual, la excitación, y sus rodillas se doblaron bajo su mirada. La maestra le decía sin palabras: «Si quieres aprobar, tienes que aprender a obedecer y tienes que satisfacerme sexualmente; si no, suspenderás...».

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